Este ha sido un año un poco especial. No ha parado de llover durante los seis primeros meses y luego hemos tenido cuatro meses espectaculares de tiempo veraniego.
Si el tiempo nos afecta a las personas ¿cómo no va a afectarle al campo? Pues así ha sido.
La lluvia perjudicó de manera notable a la floración de las vides, lo que ha provocado que la cosecha en la Denominación de Origen Getariako Txakolina haya sido
bastante inferior a la de otros años.
Menos racimos y más pequeños, de ahí que bromeemos en el título con lo de
SOS Racimo, ONG que se nos ocurrió podíamos fundar en apoyo a los racimos de
hondarrabi zuri.
Este año no pudimos ver esos pedazo racimos de kilo de
otros años, pero lo que si podemos asegurar es que los cuatro meses posteriores de sol y buenas temperaturas han dotado de
extraordinaria calidad a las uvas. Pocas, pero buenas.
Por lo demás,
la vendimia fue más tarde de lo habitual (todo en el campo se ha retrasado este año) y estuvo
acompañada de viento sur, así que todo salió a la perfección. Pero no se cómo harán este año
para presentar a tiempo (el 17 de enero, festividad de San Antón) la
nueva cosecha de txakolí (a no ser que, como los de Beaujolais, pretendan sacar un
txakolí nouveau).
Por cierto, que estas fotos están sacadas
en los viñedos de K5, la bodega de txakolí que
Karlos Arguiñano tiene junto a otros cuatro amigos. Y como veréis,
le gusta implicarse en su elaboración.
Espero que os hayan gustado las fotos.
El año que viene más.
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