El Centro de Intepretación del Queso de Idiazabal es un museo modesto, que ocupa un reducido espacio. Pero han cuidado los detalles ¡¡y cuidan al visitante!! y eso hace que la experiencia sea agradable y desde la Embajada no dudemos en recomendarla.
La visita comienza con un audiovisual en el que el ratón Izal narra la historia del queso Idiazabal y su proceso de elaboración. Es un vídeo que parece estar preparado para que también a los menores les resulte atractivo.
A continuación nos adentramos en una borda o txabola de pastor, repdroducida con gran fidelidad, en la que con la ayuda de dos pantallas táctiles podemos conocer los enseres y herramientas con los que antiguamente se elaboraban los quesos. Las estrictas normativas han hecho que estos enseres, de madera, hayan caido en desuso, siendo sustituidos por otros de acero inoxidable y plástico.
Las siguientes secciones dirigen nuestra atención hacia las ovejas de raza latxa y carranzana, con cuya leche se elaboran los quesos con Denominación de Origen Idiazabal, y los pastos de los Parques Naturales de Aralar y Aizkorri-Aratz en los que desde hace milenios se mantiene vivo el sistema tradicional de pastoreo.
A continuación nos presentan otros quesos elaborados a partir de leche de oveja (Manchego, de La Serena, Torta del Casar...) y el Día del Queso (Gazta Eguna) que se celebra en Idiazabal el primer domingo de mayo.
El rincón de los olores nos enseña a identificar tres tipos de aromas característicos que podemos encontrar en un queso Idiazabal: ahumado, amargo y ácido. ¡¡Nada que ver el ligero ahumado actual con los que se estilaban hace veinte o treinta años!!
Y terminamos la visita con una degustación de dos quesos: uno ahumado y otro sin ahumar. Aunque en la Embajada nos gustan más los quesos sin ahumar, he de confesar que en esta ocasión el ahumado fue el triunfador.
A vosotros ¿cómo os gusta el Idiazabal? ¿ahumado o sin ahumar? ¿curado, medio-curado o tierno?
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